el Coeficiente intelectual vs la inteligencia emocional
He aquí la gran cuestión: ¿es distinta la inteligencia amocional del coeficiente intelectual?
Cuando acababa de empezr los estudios universitarios tuve un primer presentimiento de que quizás el coeficiente intelectual no explicaba por sí solo todo el éxito laboral.
Había un compañero, cuya habitación estaba cerca de la mía en la recidencia, que había sacado unas notas magníficas en las pruebas de acceso, así como los exámenes de las cinco asignaturas preuniversitarias que había cursado antes de acabar la secundaria.
Desde el punto de vista académico era un portento, pero le fallaba algo: no tenía la más mínima motivación. No aparecía por clase, se levantaba a las doce y nunca acababa los trabajos. Tardó ocho años en sacarse la carrera y hoy es consultor autónomo. No es ninguna figura, no dirige ninguna gran empresa, no es un líder destacado. Ahora me doy cuenta de que le faltaban recursos básicos de la inteligencia emocional, en particular el autodominio.
Howard Gardner, amigo de la época en que estudiábamos Medicina, abrió el debate sobre los distintos tipos de inteligencia más allá del coeficiente intelectual en un libro escrito ya en los años ochenta. Su argumento era que para que una inteligencia se recorriera como un conjnto diferenciado de capacidades tenía que exixtir un conjunto subyacente y exclusivo de zonas cerebrales que la gobernara y regulara.
En la actualidad los investigadores cerebrales han identificado circuitos diferenciados para la inteligencia emocional en un estudio de otro viejo amigo, Reuven Bar-On (casualmente, cuando iba a cuarto de primaria su madre me daba clases de religión los domingos), que ha supuesto todo un punto de referencia. Bar-On trabajó con uno de los mejores equipos de investigación cerebral, dirigido por Antonio Damasio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Iowa. Utilizaron el método estrella de la neuropsicología para identificar las zonas del cerebro relacionadas con conductas y funciones mentales concretas: los estidios de lesiones; es decir, analizaron a pacientes con daños en zonas claramente definidas del cerebro y establecieron una correlación entre la ubicación de la lesión y las capacidades que, por su causa, habían desaparecido. A partir de esa metodología, ampliamente probada en neurología, Bar-On y sus colaboradores dieron con varias zonas del cerebrales determinantes para las competencias de la inteligencia emocional y social.
El estudio de Bar-On es una de las pruebas más convincentes de que la inteligencia emocional reside en áreas del cerebro distintas a las del coeficiente intelectual. Otros estudios realizados con otros métodos respaldan la misma conclusión.
En su conjunto, esa información revela que existen centros cerebrales especificos que gobiernan la inteligencia emocional, lo que diferencia ese conjunto de capacidades humanas de la inteligencia académica (es decir, verbal, matemática, y espacial) o coeficiente intelectual (que es como se conocen esas competencias puramente cognitivas), así como de los rasgos de la personalidad.
Fragmento extraido del libro "El Cerebro y La Inteligencia Emocional: Nuevos Descubrimientos de Daniel Goleman, publicado por la editorial, ediciones b, S.A.
El siguiente material se utiliza con fines educativos y no de lucro.
Cuando acababa de empezr los estudios universitarios tuve un primer presentimiento de que quizás el coeficiente intelectual no explicaba por sí solo todo el éxito laboral.
Había un compañero, cuya habitación estaba cerca de la mía en la recidencia, que había sacado unas notas magníficas en las pruebas de acceso, así como los exámenes de las cinco asignaturas preuniversitarias que había cursado antes de acabar la secundaria.
Desde el punto de vista académico era un portento, pero le fallaba algo: no tenía la más mínima motivación. No aparecía por clase, se levantaba a las doce y nunca acababa los trabajos. Tardó ocho años en sacarse la carrera y hoy es consultor autónomo. No es ninguna figura, no dirige ninguna gran empresa, no es un líder destacado. Ahora me doy cuenta de que le faltaban recursos básicos de la inteligencia emocional, en particular el autodominio.
Howard Gardner, amigo de la época en que estudiábamos Medicina, abrió el debate sobre los distintos tipos de inteligencia más allá del coeficiente intelectual en un libro escrito ya en los años ochenta. Su argumento era que para que una inteligencia se recorriera como un conjnto diferenciado de capacidades tenía que exixtir un conjunto subyacente y exclusivo de zonas cerebrales que la gobernara y regulara.
En la actualidad los investigadores cerebrales han identificado circuitos diferenciados para la inteligencia emocional en un estudio de otro viejo amigo, Reuven Bar-On (casualmente, cuando iba a cuarto de primaria su madre me daba clases de religión los domingos), que ha supuesto todo un punto de referencia. Bar-On trabajó con uno de los mejores equipos de investigación cerebral, dirigido por Antonio Damasio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Iowa. Utilizaron el método estrella de la neuropsicología para identificar las zonas del cerebro relacionadas con conductas y funciones mentales concretas: los estidios de lesiones; es decir, analizaron a pacientes con daños en zonas claramente definidas del cerebro y establecieron una correlación entre la ubicación de la lesión y las capacidades que, por su causa, habían desaparecido. A partir de esa metodología, ampliamente probada en neurología, Bar-On y sus colaboradores dieron con varias zonas del cerebrales determinantes para las competencias de la inteligencia emocional y social.
El estudio de Bar-On es una de las pruebas más convincentes de que la inteligencia emocional reside en áreas del cerebro distintas a las del coeficiente intelectual. Otros estudios realizados con otros métodos respaldan la misma conclusión.
En su conjunto, esa información revela que existen centros cerebrales especificos que gobiernan la inteligencia emocional, lo que diferencia ese conjunto de capacidades humanas de la inteligencia académica (es decir, verbal, matemática, y espacial) o coeficiente intelectual (que es como se conocen esas competencias puramente cognitivas), así como de los rasgos de la personalidad.
Fragmento extraido del libro "El Cerebro y La Inteligencia Emocional: Nuevos Descubrimientos de Daniel Goleman, publicado por la editorial, ediciones b, S.A.
El siguiente material se utiliza con fines educativos y no de lucro.